jueves, 18 de diciembre de 2014

42.195 metros para soñar. Crónica de una Maratón casi perfecta

Hay quien afirma que correr una Maratón te cambia la vida. Dicen que cuando cruzas ese arco de meta tu vida ya no es igual a cómo lo era antes de hacerlo. Ahora puedo asegurar que esa afirmación, al menos para mi, es totalmente cierta. Aunque yo no diría que es la carrera en sí la que produce ese cambio, sino todo el proceso que está detrás de la misma. Incluso aunque no llegues a terminarla, aunque ni tan siquiera seas capaz de tomar esa salida, si has podido prepararla bien, si te has tomado la misma en serio y si has sacrificado muchas cosas para poder llegar hasta allí, ya eres maratonian@. Lo único que diferencia a l@s que la pueden acabar de aquéll@s que no consiguen hacerlo es una simple medalla de finisher y una foto que refleja la felicidad que se siente al cruzar ese arco de meta, por lo demás tod@s somos ganadores, sólo por el simple hecho de habernos inscrito a la prueba y habernos atrevido a prepararla.
Dicho esto, y aunque mi historia tuvo un final feliz, de no haberlo hecho, yo no me habría sentido ni decepcionada, ni fracasada, porque sólo fracasan los que jamás lo intentan.
Una carrera: la Maratón de Castellón, una fecha: 7 de Diciembre de 2014 y cuatro personas "fantásticas" : Josep, Javi, Isaac y Óscar han sido la clave para pasar el que sin duda ha sido uno de los mejores fines de semana que recuerdo. el que marca un antes y un después en mi vida y que es el que os quiero contar en esta entrada. 

Viernes 5 de Diciembre:

Comienza mi aventura Maratón. Aunque no es del todo cierto, dado que todo comenzó aquel 27 de Febrero en el que cometí una de las  mejores "locuras" de mi vida: inscribirme. Pero bueno, sí que es cierto que todo eso ya lo he ido contando en anteriores entradas y que fue este viernes, mientras cogía el tren que me iba a llevar camino a Castellón, cuando sentí que ya no había marcha atrás. Los nervios empezaban a hacer aparición, y ya sentía esas mariposas que sienten tod@s o casi tod@s los que alguna vez se han enfrentado a algo parecido. El viaje se mi hizo algo pesado, así que cuando escuché por megafonía que la siguiente parada era Castellón de la Plana me sentí aliviada. Me bajé del tren y salí de la estación. Enseguida localicé mi hotel, el Luz Castellón, que estaba, como bien me había dicho Josep, justo enfrente. Llegué, formalicé la reserva y me asignaron habitación : la 734. Así que subí, me acomodé, deshice la maleta, cené una ensalada de pasta que traía de casa, y me fui a la cama pronto, dado que estaba agotada del viaje, y quería descansar bien, puesto que al día siguiente me esperaba un día cargado de sorpresas y emociones.

Sábado 6 de Diciembre:

Me levanté temprano, aunque sin ayuda del despertador. Así que a eso de las 8 de la mañana ya estaba en pie. Me dí una ducha, me vestí y me dispuse a salir a desayunar. Desde la ventana de mi habitación había unas vistas increíbles de la ciudad. El sol lucía y todo hacía presagiar que la climatología nos iba a acompañar el día de la carrera.



Salí a la calle, había que aprovechar bien la mañana. Desayuné en un bar que había camino del Parque Ribalta, donde estaba ubicada la feria del corredor, hice un poco de tiempo y esperé a que abrieran. A eso de las 10:30 de la mañana ya tenía mi dorsal y mi bolsa del corredor


Con todo esto en mis manos, aproveché el resto de la mañana para dar una vuelta por Castellón, hacer unas compras y volverme para el hotel a eso de las 12 de la mañana, puesto que había quedado con Josep en que nos veríamos allí cuando llegasen él y su mujer y desde allí nos iríamos a la Pizzería San Luis, donde habíamos quedado para comer los cinco fantásticos.
Así que a eso de la 13 me sonó el móvil. Era Josep que había llegado hace un rato y que me estaba esperando, junto con su mujer Sofía, en recepción. Así que cogí el abrigo, el ascensor y hacia abajo. Primera gran sorpresa del día, después de casi dos años hablando vía internet, por fin conocía en persona a la persona que más ha hecho por mi (de forma totalmente altruista) desde que empecé en este mundillo, así que os podéis imaginar la ilusión que esto me hacía. Tras las presentaciones de rigor, nos bajamos hasta el parking del hotel y de aquí, camino a la pizzería donde habíamos quedado con el resto de fantásticos. Llegamos un pelín tarde, en parte porque nos despistamos, y, en parte porque el navegador de Josep, casi nos hace chocarnos con el tranvía, en fin, una anécdota más que nos la tomamos con bastante humor. No era cuestión de estresarse por algo así.
Por fin los cinco fantásticos juntos. Ya en el restaurante conocí a Javi, Isaac, Óscar y sus respectivas familias. Y la verdad es que durante la misma, estuvimos hablando, de forma distendida y agradable, como si nos conociéramos de toda la vida. Resulta curioso, puesto que era la primera vez que nos veíamos, pero la confianza y las bromas que nos gastamos durante toda la comida parecían indicar todo lo contrario.
Terminamos en torno a las 17:00 de la tarde y desde allí decidimos (Josep, Sofía y yo) irnos directamente a la feria del corredor a recoger la bolsa y el dorsal de Josep que aún no lo tenía. Así que nos hicimos con ello, unas fotos para el recuerdo y camino de nuevo al hotel a descansar un poco las piernas hasta la noche.




















Josep, su mujer y yo, habíamos quedado con Javi y su familia a cenar en un hotel cercano al de Javi, así que salimos caminando todos juntos hacia allí. Ya, por el camino, detectamos que la climatología había cambiado bastante. Lo que por la mañana era sol y algo de brisa, ahora dejaba paso a unos vientos con rachas bastante fuertes que amenazaban con hacernos la carrera bastante más dura de lo que sería en condiciones normales. Esto hizo que, a los nervios, que ya tenía, puesto que se acercaba la hora de la verdad, se uniera la incertidumbre de cómo me afectaría el viento en carrera. Intenté no pensar mucho en ello durante la cena, en la que también nos reímos bastante. El menú se compuso de un plato de pasta con tomate, una pechuga de pollo a la plancha y un yogur natural. Todo ello acompañado de bastante agua, por aquello de cuidar la hidratación antes de la carrera. Nos despedimos de Javi y familia y volvimos al hotel caminando. El viento iba en aumento, mis nervios también. 
Llegamos a nuestro hotel. Josep había venido preparado con bastante comida, cosa que yo no, así que se ofreció a compartirla conmigo, que, de lo contrario me habría tenido que bajar a desayunar a algún bar cercano al hotel, con el correspondiente aumento de nervios. Otra cosa que le debo. Así que con todo lo que me dió, me subí a la habitación. Último repaso para ver si todo estaba preparado para el día siguiente y a intentar dormir un rato.



Y digo intentar porque lo cierto es que no dormí precisamente bien, ni del tirón. No sé si fue producto de los nervios, o del viento que soplaba con fuerza, o de ambas cosas.

Domingo, 7 de Diciembre:

El despertador sonó a eso de las seis de la mañana, entonces supe que ya no había marcha atrás. Pese a no haber dormido mucho, no me encontraba cansada. Desayuné un par de tostadas con mantequilla y mermelada y un plátano y a la ducha. Ya había quedado con Josep en que cuando él terminase de desayunar nos bajaríamos juntos a tomar un café. Y así fue, bajé a la tercera planta a buscarle y nos fuimos juntos a por ese café que a mi me estaba haciendo falta. Fue aquí, cuando, por primera vez, Josep hablaba conmigo sobre la estrategia que debería llevar en carrera y sobre como debía planteármelo. Hasta entonces no lo había hecho, ni yo tampoco le había preguntado. Es más, creo que si no me hubiese dicho nada, habría corrido exactamente igual a cómo lo hice, pero bueno, esto a posteriori es muy fácil decirlo. Me quedé con una de las muchas cosas que me había dicho y que era que sufrir, me iba a tocar sufrir, pero que cuanto más lo retrasara, la carrera se me haría menos pesada. Me dijo que lo ideal era empezar a sufrir a partir del kilómetro 37, porque entonces es que habría corrido como tocaba y no tendría ningún problema en terminarla. En ese momento esto me pareció imposible, y tenía claro que empezaría a sufrir bastante antes, pero no me importaba, total para eso había venido, y para eso me había preparado durante veinticinco semanas, que una Maratón no es cualquier cosa.

Nos subimos al hotel y quedamos en que cuando estuviéramos listos bajaríamos a calentar un poco los dos juntos. Así que cuando Josep terminó, subió a mi habitación y desde allí nos bajamos juntos a calentar. Cogimos la calle que nos llevaba al arco de salida, que estaba muy cerca de nuestro hotel y de ahí dirección a la UJI, donde pudimos comprobar que el viento nos iba a dar la lata de lo lindo. Un trote suave, unos ejercicios de técnica de carrera, una recta (cada uno a su ritmo) y de allí soltando muy suave hasta el hotel, donde nos hicieron a los dos una foto con una cámara profesional, que, por desgracia, no he conseguido encontrar, pero que me habría hecho mucha ilusión hacerlo, puesto que sería un recuerdo bonito.
Subimos cada uno a nuestra habitación a prepararnos, ahora sí, se acercaba el momento, menos de una hora para que diesen la salida. Cuando estuvo listo Josep subió a buscarme a la habitación. Últimos preparativos, aplicación de vaselina en las zonas donde se producen más roces, comprobación de que nos hemos atado bien los cordones, apago el móvil y para el hall del hotel donde habíamos quedado con el resto de fantásticos para irnos juntos hacia la salida. Cuando llegamos ya estaba Javi, y al rato, llegaron Óscar e Isaac. También nos juntamos con Víctor y Miguel, que son amigos míos de aquí y que habían venido a hacer la Maratón también. Así que, después de las correspondientes presentaciones, nos fuimos caminando hacia el arco de salida. Yo ya iba como un flan, aunque intentaba que no se me notase demasiado.
Llegó el momento de la despedida. Abrazos y besos y cada uno a su cajón. Víctor, Miguel y yo al de 3h45'-4h, aunque pudimos comprobar, que, por desgracia se colaba gente de cajones peores. No es que esto nos afectase mucho, al ser una Maratón con muy pocos participantes, pero me fastidia la gente que lo hace.

La carrera:

La música empieza a sonar. Momentos de emoción, dado que la canción que escogieron antes de dar el pistoletazo de salida es espectacular. Se me pone la carne de gallina, esto está a punto de comenzar, ahora sí es la hora. Cuenta atrás, y pistoletazo de salida, seguido de una lluvia de confeti y un montón de cohetes, muy típico de Valencia y que a mi, me gusta especialmente. Todo esto hace que al cruzar la alfombra de control de salida, me emocione por primera vez e incluso suelte unas lágrimas, que no serían las únicas a lo largo de toda la carrera.



Salimos los tres juntos, aunque desde los primeros metros se nos unen un grupo de corredores valencianos, concretamente de Sagunto, y a los que, desde aquí, especialmente a Romualdo, aprovecho para agradecer todo lo que hicieron por mi durante casi toda la carrera. Es increíble lo que une este deporte, cuando ves que gente que no te conoce de nada, te echa una mano en los peores momentos de carrera, no tengo palabras.

Josep me había dicho tomando café que me colocase tras el práctico de 4 horas y que intentase seguir su ritmo, pero siempre controlando no pasarme de las ppm máximas que me había puesto como límite hasta la primera media y que eran entre 155-160 ppm, pero no logro localizarlo. Vamos justo detrás del de 4h30', aunque no tardamos en pasarlo. Nuestro ritmo en ese momento es de menos de 5:40/km y, aún así, ni rastro del práctico de 4 horas. Comentamos que quizás va demasiado rápido, así que preferimos no obsesionarnos y seguir a este ritmo que parece cómodo y que mantiene las ppm dentro de los márgenes. 

Primer punto clave, subida por el puente hacia la UJI. El viento pega fuerte de cara. En este punto, alrededor del kilómetro 7, nos cruzamos con los corredores más rápidos, que ya están dando la vuelta. Al primero que veo es a Josep que me grita y me pregunta que si voy bien. Qué grande que es!!!. Le grito que sí y le hago un gesto con la mano para que sepa que estoy genial y para que no se preocupe.

Después me cruzo con los demás fantásticos e intento saludarlos a todos. Qué ilusión escuchar como gritan tu nombre y te animan desde el otro lado!!!.



Voy muy bien y ya casi hemos llegado al kilómetro 10. Las calles de Castellón están abarrotadas, la gente te anima mucho, aplauden a tu paso, te llaman incluso por tu nombre. Suenan grupos de música, el ambiente es increíble, estoy feliz y eso se puede ver en las fotos que me sacan. Pero me lo tomo con cautela, que aún queda mucha carrera y en cualquier momento esa imagen de felicidad puede convertirse en algo bien distinto.



Hemos hecho un grupo bueno para correr. Ojalá acabáramos todos juntos, es algo que comentamos durante los primeros kilómetros. Y con esta idea, que luego no pudo materializarse, enfilamos la que, para mi, fue la parte más dura de la carrera, vamos dirección al Grao. La bajada no se me hace nada pesada, porque, aparte de ir con ligero desnivel positivo, el viento sopla a nuestro favor, lo que hace que las ppm no suban nada y los ritmos mejoren sensiblemente. No obstante, no me olvido de lo que Josep me ha dicho, y es que la subida, con el aire en contra y 21 kilómetros en las piernas se me hará pesada y entonces miro a mi izquierda por donde empiezan a subir los primeros corredores. Le busco, pero no consigo verlo. Me pongo nerviosa, Al resto sí que los veo. Todos me chillan, excepto Javi, que va muy concentrado en su carrera y por delante del práctico de 3h30'. Me alegro mucho por él, porque, de terminar así la carrera, habría cumplido su objetivo.
Sin darme cuenta llegamos al puerto, y también sin darme cuenta, el grupo se ha desperdigado. Mis amigos de Aranjuez han tirado hacia delante, aunque yo he preferido quedarme con el grupete de valencianos que creo que van a un ritmo muy parecido al que yo puedo llevar. Es aquí cuando más cerca vemos al globo de 4 horas, y aún así, no nos unimos a él. Para mi gusto sigue yendo demasiado rápido. Así que nosotr@s a nuestra marcha, que no es mala. pienso que aún queda mucha carrera y Romualdo me dice que si no nos venimos abajo, al final incluso le daremos alcance, así que, con esta idea, encaramos la subida del puerto de Castellón, y el que fue mi "muro" particular en la carrera.
Decido tomarme el segundo gel al paso por el arco de la Media Maratón y cuando casi se cumplen las dos horas corriendo, en concreto 1h59'37". Desde el principio las ppm empiezan a subir, tanto que veo que se me están yendo, se acercan a 170 ppm y eso es mucho para mi, teniendo en cuenta que aún falta casi la mitad de la carrera. Decidimos bajar el ritmo y aún así esos 5 kilómetros de carrera se me hacen eternos. El viento es insoportable, las ppm se van, empiezo a pensar que, de seguir así, no seré capaz de terminar la carrera. Me entra el pánico y pienso que a partir de aquí, la carrera será un vía crucis. Intento no pensar, pero la mente me falla. Por fin veo Castellón de nuevo y me animo, quizás aquí ya no se note tanto el aire y las ppm bajen y así sucede. A partir del kilómetro 27, ya en ciudad, las ppm vuelven a valores normales. Me vengo arriba por momentos, creo que ya ha pasado lo peor, pero no me confío del todo. Mis compañeros de batalla me dicen que ahora empieza la carrera de verdad, a partir del 30. Comienzan los miedos de nuevo y me vienen a la mente todas las cosas que la gente me ha ido contando sobre la carrera. Aquí empieza el "muro", en el kilómetro 32 está el "hombre del mazo" esperándote, y si no, aparecerá en el kilómetro 35, pero aparecerá. Ahora es cuando empieza la Maratón de verdad, todo lo demás ha sido un calentamiento. Ahora es cuando tienes que demostrar si de verdad eres tan fuerte como crees o como aparentas. Mi cara de preocupación en el kilómetro 30,5 lo dice todo, aunque curiosamente aún soy capaz de mantener una buena técnica de carrera (dentro de mis posibilidades), lo que indica que físicamente aún quedan fuerzas.



Pienso que ahora no puedo venirme abajo, que ya tengo más de dos tercios de la carrera hechos, que el cuádriceps no me ha molestado en absoluto y que tengo que poder porque hay mucha gente pendiente de mi en esta carrera y no es cuestión de defraudarles. Con ese pensamiento y sin darme cuenta llego al kilómetro 32. Sigo entera y no me he dado con ningún muro, pese a llevar un ritmo bastante parecido al del principio. Eso sí, me doy cuenta que, de todo el grupo que comenzamos, sólo quedamos Romualdo y yo, los demás se han ido quedando por el camino, bien porque no han sido capaces de seguir nuestro ritmo, bien por otra causa que desconozco. Sólo espero que no se hayan dado con ninguna "pared" y sigo corriendo. Las piernas ya van cansadas, pero aún no me he encontrado con el "hombre del mazo", así que decido tomarme el último gel para que me pille preparada en el kilómetro 35, que es donde estoy casi segura de que me estará esperando.

Kilómetro 35, ya sólo faltan 7. El gel ha hecho efecto y me encuentro extrañamente bien. Voy cansada, pero no me duele nada. Mi compañero me dice que me ve fenomenal, que ya casi está hecho y empiezo a verlo claro: lo voy a conseguir, voy a ser capaz de terminar una Maratón, me emociono y se me escapan unas lágrimas. Entonces llegamos al 36, muy cerca de meta, el ambiente es espectacular y así no hay quién se venga abajo. Me doy cuenta de que en estos últimos 6 kilómetros he adelantado a muchos corredores, lo que habitualmente suele conocerse como recoger "cadáveres". Me fijo a mi alrededor y veo que la gente ya empieza a ir mal, aunque yo no. Enseguida veo a Josep y a Sofía. Como sé que estará preocupado porque ha visto pasar al práctico de 4 horas y yo aún no lo había hecho, mi única preocupación en ese momento es hacerle saber que voy bien, así que al llegar a su lado se lo digo. No soy capaz de saber qué cara llevo, pero tengo la sensación de que es bastante buena, por los comentarios que la gente hace a mi paso, y teniendo en cuenta que ya llevo casi 3h30' corriendo sin parar. Espero haberle quitado la preocupación, que creo que sí, aunque no la decepción, puesto que me veo incapaz de cruzar la meta en menos de 4 horas, pese a que el práctico va a escasos metros por delante de nosotros. En ese momento, Romualdo, mi gran apoyo durante casi toda la carrera me dice que no puede más, que me adelante. Yo, al principio le digo que no, que me quedo con él y que esa meta la vamos a cruzar los dos juntos, sea como sea. Pero él me convence de que aumente el ritmo en esos kilómetros finales. Lo que me decide a hacerlo es algo que me dice y que recuerdo a  la perfección: "He corrido 26 Maratones y he visto muchos debutantes en esta distancia a lo largo de mi vida. Pero jamás había visto a nadie con tanta energía en la parte final, así que tira hacia adelante, y no mires atrás, que no sólo la acabas, sino que la bajas de 4 horas".
Esas palabras me dan energía y, con mucha pena, me adelanto y a partir del 37, comienzo mi carrera en solitario. Se me hace duro, pero, en efecto, empiezo a ver como ya casi voy a la altura del práctico de 4 horas. Aprieto los dientes y consigo pasarle antes de ver el cartel del kilómetro 40. Voy muy cansada, pero esto me da un subidón increíble. Esto sí que era algo que no me esperaba y que ya daba por perdido. Me duelen mucho las piernas, pero esto ya casi está hecho. Me emociono de nuevo, no me creo que vaya a ser capaz de bajar mi primera Maratón de las 4 horas en los dos kilómetros finales. Esto es muy grande, se puede pedir más???. Pues claro que sí. Lo mejor, estaba a punto de llegar y yo sin saberlo.

Kilómetro 41; sin duda, mi momento mágico de la carrera. Ya quisieran much@s que llegados a este punto, cuando ya no puedes más, alguien a quién admiras muchísimo en este deporte, y a quién le tienes un cariño inmenso se ponga a correr justo a tu lado y te diga justo lo que necesitas oír en ese momento, cuando parece que vas a desfallecer. Y que esas palabras mágicas sean las responsables de llevarte en volandas hacia la meta, sacando fuerzas de flaqueza para hacer ese kilómetro y poco más rápido que el resto de la carrera. Esto es algo que no tiene precio, y que, gracias a Nuria, la mujer de Javi, que tuvo la gran idea de inmortalizar de forma fotográfica ese gran momento, siempre tendré un recuerdo gráfico del mismo. Ni la entrada en meta, ni nada, pueden compararse a lo que sentí esos metros. Porque momentos como éste demuestran que en esta vida hay personas con un corazón enorme y luego está él, Josep, para el que me quedo sin calificativos. Así que si tuviera que quedarme con algún momento de toda la carrera, éste sería sin duda el elegido.



A partir de aquí todo lo que recuerdo es confuso. Me acuerdo de ir llorando de la emoción y recuerdo a mucha gente que te cerraba en un pasillo muy estrecho y que no paraba de animarte y de decirte que ya lo tenías, que lo ibas a conseguir. Recuerdo ver El Corte Inglés a mi izquierda y enseguida, tomar el giro que me llevaría hasta la larga recta llena de arcos del Parque Ribalta. Después de cruzarlos todos tendría mi recompensa, mi primera medalla de finisher, pero también se acabaría todo por lo que he luchado y me he esforzado tantos meses. Y así crucé el último arco, con los brazos en alto en señal de victoria, pero con los ojos llenos de lágrimas, que eran producto de la toda la mezcla de emociones que había experimentado todo este tiempo. 



Ya, lejos de cualquier objetivo indiscreto, rompo a llorar pero bien. Echo de menos tener a alguien a quien abrazar, pero como he corrido los últimos 5 kilómetros sola esto no es posible. Enseguida me coge un voluntario, me echa una toalla por encima para que no coja frío y me acompaña hasta una silla donde me siento y me quita el chip. No me deja agacharme a ayudarle, dice que yo ya he hecho suficiente esfuerzo. Obviamente dono los cinco euros a la Maratón solidaria, para devolver de algún modo todas las atenciones que he recibido desde la recogida del dorsal hasta la entrada en meta. Es increíble, no sólo los voluntarios, la gente animando, y una ciudad entera volcada con este evento. No le encuentro ningún fallo a esta Maratón, y tengo clarísimo que si vuelvo a animarme a repetir esta distancia, volvería aquí con los ojos cerrados. En ese momento veo a Víctor y a Miguel, ellos habían llegado hace un rato y aún no han recogido la medalla de finisher, así que nos abrazamos emocionados y nos vamos a por ella. Me entregan la pulsera y me cuelgan la medalla, la miro y no acabo aún de creérmelo, estoy como en una nube. No veo a ninguno de mis fantásticos por ningún lado, hay demasiada gente y, como no me apetece comer nada, cojo una bebida isotónica, y les digo que me vuelvo caminando despacio hacia el hotel.

Después de la carrera:

Esos 500 metros se me hacen eternos, tengo ganas de llegar y de mirar el móvil para saber cómo les ha ido al resto, tengo la esperanza de que todos hayan cumplido su objetivo.

Una vez en la habitación enciendo el móvil y me encuentro con más de un centenar de mensajes de apoyo, vía WhatsApp, vía redes sociales y me quedo sorprendidísima. Vuelvo a emocionarme especialmente cuando leo el que me dedicó mi hermana y que comparto por aquí:




Con éste lloro un montón, principalmente porque viene de alguien que me ha inculcado grandes valores en lo deportivo y que sí que sabe lo que es esfuerzo, constancia y disciplina. A su lado lo que yo acababa de hacer no tenía ningún mérito, y, sin embargo, ella quería ensalzar el valor de todo lo que he hecho estos meses.Todo un detalle por su parte, la verdad.
Llamo a mi madre y hablo con ella y con mi hermana. Les tranquilizo, les digo que estoy bien y que voy a ducharme rápido para irme a comer.
Es entonces cuando entra un mensaje al móvil, el que jamás hubiese deseado leer y que empaña por completo la felicidad que tenía en ese momento. Por razones obvias no daré más detalles porque ésta es una historia que no me corresponde contar a mi, sino al que la vivió en primera persona, siempre y cuando le apetezca hacerlo. No es justo, y lloro de nuevo, esta vez de rabia e impotencia.

Me ducho y me voy a buscar a Josep y a Sofía. Me preocupa cómo se sentirá él en este momento, pero intento no ser demasiado indiscreta con las preguntas, porque entiendo que no le apetezca hablar del tema. Sé por el grupo de WhatsApp que todos los demás han logrado su objetivo de sobra, y me alegro mucho por ellos, aunque mi alegría no es completa. 
Nos vamos a comer al CC La Salera, y de allí al hotel a descansar un rato, aunque no logro dormir demasiado, demasiadas emociones, demasiados sentimientos encontrados.
A la tarde Josep me llama y me dice que han quedado en ir a tomar algo con el resto de fantásticos, así que decido unirme a ellos y terminamos cenando con Javi y su familia en el Burguer King. Otra noche agradable, aunque no tanto como hubiese querido.
Ya de vuelta al hotel me meto en la cama. Estoy agotada e intento dormir un rato. Lo consigo pero no del tirón porque empiezan a aparecer los dolores post-Maratón en mis piernas y no logro encontrar una postura cómoda en la cama.

Lunes, 8 de Diciembre

Decido madrugar para ir preparando la maleta. Me ducho y espero a que Josep se comunique conmigo. Me dice que ya están listos, así que bajo a buscarlos a la habitación y nos vamos a desayunar a la cafetería que está justo en la estación de tren. Una vez terminamos volvemos al hotel. Es hora de cerrar las maletas y cargar el coche. Mi tren sale de Castellón a las 16:30. Josep me había dicho que se quedarían a acompañarme hasta esa hora. Yo les digo que no hace falta, que si no les apetece se vuelvan a casa, que yo comería algo por aquí cerca y haría tiempo hasta que llegase el tren. Ellos insisten en quedarse conmigo, y me dicen que vamos a ir al Puerto a comer un arroz típico de la zona. Y eso es lo que hacemos. Una vez terminamos de comer me llevan hasta la Renfe de Castellón de nuevo y llega el momento de las despedidas. Me da mucha pena, pero es hora de regresar a casa. El viaje de vuelta se me hace menos largo que el de ida, pese a los dolores de piernas que llevo. Por el camino voy pensando en lo que me ha pasado todo este fin de semana. No soy capaz de asimilarlo aún. Si no fuese por los dolores que llevo de cintura para abajo, no creería que he corrido una Maratón. Ni siquiera tengo ninguna foto con la medalla de finisher. Total, no es sólo mía, sino también de la persona que ha estado detrás de veinticinco semanas de preparación, que ha aguantado mis fallos en los entrenamientos, mis rabietas, mis llantos, mi lesión pre-Maratón. La que adaptó mis entrenamientos a mis horarios de trabajo, la que se preocupó de revisar todas y cada una de mis prácticas, y de adaptar el plan y las distancias a mi nivel. Acaso lo hubiese conseguido sin él??. La respuesta es, obviamente: NO. En todo este tiempo yo sólo he puesto ganas, ilusión y unas piernas "defectuosas" que a punto estuvieron de dejarme con las ganas de disfrutar de la carrera. Todo lo demás, que es muchísimo, lo has hecho tú: Josep. Con lo cuál mi medalla, mi premio por cruzar esa meta es compartido. Mi primera Maratón no es sólo mía, porque sé que sin ti jamás lo habría logrado. Espero haber podido estar a la altura de lo que esperabas de mi, y no haberte defraudado, porque después de todo lo que me has ayudado, era lo menos que te merecías. Así que aquí está la crónica de NUESTRA PRIMERA MARATÓN. Ya he alcanzado uno de mis grandes sueños y, una vez más, te lo debo a ti. Siempre voy a estar en deuda contigo y créeme que, en la medida de lo que pueda, intentaré devolverte de algún modo todo lo que has hecho por mi durante estos casi dos años.

Aprovecho para dar las gracias también al resto de fantásticos: Javi, Isaac y Óscar y a sus respectivas familias. A Nuria, la mujer de Javi, por una foto de valor incalculable para mi. A la mujer de Óscar, por aguantar la crónica de mi carrera el domingo por la noche y por emocionarse al escucharla. A Celtia, la peque de Isaac, por regalarme esa sonrisa preciosa que tiene y que espero que nunca pierda. Y a Sofía, la mujer de Josep, por esperar de pie y con casi ocho meses de embarazo,lo cuál tiene un mérito increíble, por verme pasar durante la carrera, también por haberme aguantado durante casi la totalidad de ese fin de semana y por haber contribuido con su agradable compañía a que no me sintiese sola en Castellón.

Me quedo con este fin de semana casi perfecto que pasamos y que no cambiaría por ninguna marca personal en carrera, por buena que ésta fuera, porque los valores humanos y la amistad están por encima de cualquier otra cosa y porque he tenido la gran suerte de poder vivir esta experiencia con cuatro personas muy grandes. Sólo espero poder tener la oportunidad de volver a repetirlo quizás en otra ciudad, quizás en otra distancia, pero todos juntos de nuevo.

GRACIAS FANTÁSTICOS!!!


jueves, 4 de diciembre de 2014

Todo por un sueño

Bueno pues ahora sí que puedo decir que se acabó lo que se daba. Mañana a estas horas ya habré finalizado mi última sesión de la preparación de la Maratón y estaré terminando de preparar la maleta, porque, si no pasa nada raro, a las 17:10 de la tarde cogeré el tren que me llevará hasta Castellón.

Parece mentira, pero el tiempo, a veces, pasa más rápido de lo que queremos darnos cuenta. Más de un@ me dijo que si me inscribía con tanta antelación, me daría tiempo incluso a arrepentirme. Pero nada más lejos de la realidad, según se ha ido acercando la fecha, cada día que pasaba, tenía más ganas de correrla.

Desde ese 27 de Febrero en el que formalicé mi inscripción a la prueba, han pasado montones de cosas: unas buenas y otras no tanto. En Abril-Mayo superé mi primera lesión como corredora, diciendo así adiós a hacer mmp en un 10K, al menos, en este año. Pero aquéllo no importó gran cosa, porque por la Maratón estaba dispuesta a hacer cualquier cosa.

Además he conseguido completar bastante bien, una preparación de veinticinco semanas, pese a que hubo más de un@ que me insinúo que se me haría eterna. Pues más bien ha sido todo lo contrario, se me ha hecho corta, es más, siento que quizás con un par de semanas más, habría logrado llegar en mejores condiciones. Y todo ello, pese a que mi lesión en el cuádriceps, de la que también he conseguido salir airosa, amenazaba seriamente con impedirme tomar la salida, haciendo que estas últimas semanas hayan sido especialmente duras para mi. Pero no me quejo, al fin y al cabo, me considero una privilegiada por poder estar el domingo allí, pese a todas las dificultades que me he ido encontrando por el camino.

Creo además que todas esas dificultades, han hecho y harán que me vuelva más fuerte. Siempre he tenido claro que no soy una persona débil, no soy de las que se rinden a las primeras de cambio, pese a que la vida se ha empeñado y se empeña en ponerme multitud de obstáculos, siempre logro esquivarlos, y, una vez más lo he conseguido. Pienso que esta actitud, la de luchadora y valiente me ayudará y mucho cuando la carrera me muestre su lado más duro. Y es que no me he sacrificado durante veinticinco semanas para darme por vencida a las primeras de cambio, así que pienso luchar con todas mis fuerzas y no me daré por satisfecha hasta que cruce esa meta.

También quiero aprovechar mi última entrada pre-Maratón para pedir perdón a tod@s las personas a las que he tenido un poco abandonadas durante la preparación: familia y amigos. Que me disculpen por haber sido tan "monotemática" en las conversaciones, sobre todo estos últimos días y pedirles que intenten entenderme, que esto es algo que no se puede vivir todos los días.

Y desde aquí aprovecho para darles también las gracias no sólo por su comprensión, sino por el apoyo que he recibido por todas partes durante la preparación, pero fundamentalmente estas últimas semanas. Pese a haber afrontado la totalidad de los entrenamientos en soledad, jamás me he sentido sola, y en los momentos más difíciles de la preparación esos mensajes de ánimo han tirado de mi y me han servido para acabar las sesiones más exigentes y también las más duras.
En este sentido haré tres menciones especiales:

- En primer lugar a mi hermana Loly, una gran motivación desde que empecé a correr y un ejemplo de superación personal en lo deportivo cada día que pasa, pese a que las lesiones no le están dejando disfrutar de su gran pasión al 100%. La última, una calcificación en el tendón del hombro izquierdo, que no la deja entrenar como quisiera, a la par de causarle unos dolores tan terribles, que hasta ha tenido que pincharse analgésicos para poder aguantarlos. Y ahí sigue ella, sin pausa, con sus entrenamientos de cara al Campeonato Máster de Natación de Invierno que se celebrará en Pontevedra en 2015 y en el que seguro que revalida sus títulos como campeona y sub-campeona de España de su categoría. Viéndola a ella, que no hay dolor que pueda pararla, mi lesión en el cuádriceps se ha hecho más pequeña aún. Así que si ella ha podido y puede seguir luchando con algo bastante peor que lo mío, por qué no iba a poder yo???. Yo sé que desde que den la salida a las 9:00 de la mañana estará pensando en mi e incluso parece que la estoy escuchando gritarme: "Vamosss July, que tú puedes!!!" .

- En segundo lugar a tres desconocidos por completo para mi, y que desde hace un tiempo ya son como de mi familia. Ellos me han acompañado en mi viaje hacia Castellón y harán la Maratón conmigo, cada uno con un objetivo diferente, pero todos con las mismas ganas e ilusión que llevo yo. Ellos son Los Fantásticos: Javi, Isaac y Óscar. Parece mentira pero, pese a no habernos visto jamás en nuestra vida, ya me han demostrado su apoyo mucho más que personas bastante más cercanas. Y esto es otra de la cosas que hacen tan grande este deporte, la gente tan maravillosa que te vas encontrando por el camino.Vamosss Fantásticos, a cumplir con nuestros objetivos en Castellón, nosotr@s podemos!!!.

- El tercer y último lugar lo dejo para el artífice de todo esto. El que está detrás de mi sueño y de todos y cada uno de los kilómetros que he recorrido durante toda la preparación, el último integrante de los cinco Fantásticos: Josep. Yo tuve la suerte de que se cruzara en mi camino hace casi dos años y decidí seguir sus zancadas. Desde entonces todo lo que me ha sucedido como corredora ha sido bueno. No quiero explayarme mucho más porque sé que, debido a su modestia y a su timidez, no le gustan este tipo de agradecimientos en público, pero una vez más quería darte las gracias. Gracias por haberme aguantado durante todas estas semanas, gracias por escucharme, por apoyarme y por haber decidido compartir tu preparación conmigo. Gracias por adaptar los entrenamientos a mis horarios de trabajo y gracias porque en definitiva, sin ti, esto no hubiese sido posible. Así que a partir del kilómetro 37, cuando las fuerzas empiecen a fallarme, no sólo me acordaré de las "Galtaes" que piensas darme si se me ocurre flaquear, jejeje..., sino que trataré de reponerme como pueda, porque quiero que me salga la mejor carrera posible, porque no te mereces que te defraude y porque quiero que te sientas orgulloso de mi cuando, si todo sale bien, consiga cruzar esa meta. Yo estoy segura de que tú también lograrás tu objetivo en Castellón. Te lo has currado mucho estas semanas y te lo mereces. De hecho será lo primero que intente averiguar cuando acabe la carrera, más "muerta" que viva y espero que seas tú el que me lo cuentes en primera persona, porque eso será señal de que la cosa ha ido bien. GRACIAS JOSEP!!!.

El final está cerca. En unos días todo habrá terminado y esto formará parte de la historia de mi vida.
Copio literalmente una frase de la página de Facebook de la organización de la Maratón de Castellón y que me ha parecido que describe a la perfección lo que sentimos la mayoría de l@s que el domingo nos enfrentaremos a este reto.



Éste es el tiempo que queda para dar saltitos de nervios justo antes del disparo, para sonreír al cruzar el arco de salida, para percibir las sensaciones del cuerpo en plenitud, para morder los dientes cuando las piernas pesan, para acelerar el paso cuando el público te anima, para romper el muro y decirle al reloj que aquí está tu mejor versión.

Pues lo dicho, el domingo con la mochila cargada de ilusión y pensamientos positivos pienso tomar esa salida con el único deseo de convertirme en maratoniana, porque he entrenado para ello, porque estoy preparada y porque éste es mi gran sueño. Y por un sueño se hace lo que haga falta, incluso correr una Maratón...